¿Qué hace contagioso e involuntario al bostezo?

La última revelación de un equipo certificado por la Universidad de Nottingham, Reino Unido, indica que descubrir cómo y por qué se inician las involuntarias y contagiosas ganas de bostezar puede colaborar en la resolución satisfactoria de padecimientos vinculados a tics nerviosos, como el síndrome de Tourette o la epilepsia.



Los expertos hicieron el hallazgo de que el bostezo como acto no controlado empezaba por una reacción nativa de la corteza motora primaria del cerebro, encargada de la movilidad del cuerpo. Esa imitación instantánea, que cualquiera ha vivido cuando se topa con alguien bostezando, es lo que se conoce como eco-fenómeno: la imitación instintiva de las palabras (ecolalia) y acciones de otro individuo (ecopraxia).

Se trata de una condición que no solo se da en los seres humanos. También puede observarse en animales, como es el caso de los chimpancés y los perros.
Lo que puede contribuir a la cura de cuadros clínicos vinculados al aumento de la estimulación de la corteza motora es asimilar cómo manejar este eco-fenómeno, además de la reducción de la inhibición fisiológica o la contracción de músculos. Por nombrar algunos de los casos con estas características, se incluyen padecimientos como la epilepsia, la demencia, el autismo o el síndrome de Tourette, en los que son propios los tics físicos y vocales.

Disminuir la excitabilidad

El truco para apaciguar y manejar este tipo de enfermedades está en lograr disminuir la excitabilidad que se desarrolla a partir de los factores que componen el eco-fenómeno.

Una publicación de Current Biology citó la investigación de Nottingham, en la que 36 personas se ofrecieron a ser observadas mientras veían a otros bostezar.
Durante la investigación pudieron comprobar que la posibilidad de resistir un bostezo es poca, y aún con más medida cuando la persona más próxima a ti ofrece una amplia apertura de su mandíbula, sin mesura alguna. Precisamente como parte del estudio, los científicos indicaron a los sujetos en observación que tratasen de evitar las ganas de imitar a las personas que bostezaban, pero este intento era paralelo a sus ganas de hacerlo, es decir, a lo que denominan excitabilidad.

Según este grupo de investigadores, un bostezo es sencillamente inevitable.
También emplearon la “estimulación magnética transcraneal”, para tener oportunidad de aumentar la excitabilidad en la corteza primaria y, por ende, la posibilidad de activar las ganas de bostezar en las personas.

Revertir el proceso


Después del estudio, los expertos constataron que al incrementar la excitabilidad subía la cantidad de bostezos, mientras que para disminuirlos había que reducir la provocación.

Curar cualquier padecimiento vinculado a estas acciones controladas debería lograrse mediante la simple reducción de los actos no deseados.

Georgina Jackson, profesora de neuropsicología cognitiva, señaló que este experimento puede tener varias aplicaciones.
En el síndrome de Tourette, si conseguimos reducir la excitabilidad quizás podamos reducir los tics, y eso es en lo que estamos trabajando”, indicó.

“Si podemos entender cómo las alteraciones en la corteza primaria dan lugar a los desórdenes neuronales, es posible que podamos revertirlos”, dijo su colega, el profesor Stephen Jackson, quien también colaboró en el estudio.

Los especialistas que estuvieron al frente de la investigación desean hallar una salida a estos malestares que no involucren el uso de químicos.

“Estamos buscando tratamientos personalizados que no requieran medicamentos. Usar la estimulación magnética craneal puede resultar a la hora de modular los desequilibrios en el cerebro”, dijo Jackson.

Aunque ya se han dado pruebas de lo contagioso que puede ser el bostezo, no se conoce la causa.
Un psicólogo de la Universidad de Nueva York en Albany, el doctor Andrew Gallup, realizó una exhaustiva búsqueda sobre el nexo entre el bostezo y la afinidad de las personas. Señaló que emplear la provocación magnética era un acercamiento bastante innovador en la investigación sobre el contagio del bostezo.

“Sabemos relativamente poco sobre por qué bostezamos. Varios estudios hablan de que hay una relación entre el bostezo contagioso y la empatía, pero los resultados que apoyan esta teoría son diversos e inconsistentes”, señaló Gallup.

“Este último estudio (de la Universidad de Nottingham) todavía aporta más pruebas de que bostezar no tiene nada que ver con un proceso empático”, afirmó.


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